
Descripción General
La enfermedad de Parkinson es una enfermedad progresiva del sistema nervioso que afecta el movimiento. Los síntomas comienzan gradualmente. A veces, comienza con un temblor apenas perceptible en una sola mano. Los temblores son habituales, aunque la enfermedad también suele causar rigidez o disminución del movimiento.
En las etapas iniciales de la enfermedad de Parkinson, el rostro puede tener una expresión leve o nula. Es posible que los brazos no se balanceen cuando caminas. El habla puede volverse suave o incomprensible. Los síntomas de la enfermedad de Parkinson se agravan a medida que esta progresa con el tiempo.
A pesar de que la enfermedad de Parkinson no tiene cura, los medicamentos podrían mejorar notablemente los síntomas. En ocasiones, el médico puede sugerir realizar una cirugía para regular determinadas zonas del cerebro y mejorar los síntomas.
¿Cómo afecta la Enfermedad de Parkinson a la sexualidad?
Varias investigaciones han señalado que las disfunciones sexuales alcanzan a más de 50 % de los hombres enfermos de párkinson, y en las mujeres también se ha detectado una mayor incidencia de disfunciones de la esfera sexual en comparación con personas sanas de la misma edad.
Entre los hombres predomina la incapacidad de lograr o mantener una erección, la eyaculación precoz, la falta de deseo sexual y la hipersexualidad, un trastorno de los impulsos caracterizado por un incremento marcado de la excitación, el comportamiento sexual y de manera general del interés por la sexualidad. Entre las mujeres es común la falta de lubricación que se acentúa con la menopausia, los escapes de orina involuntaria y también la falta de deseo sexual.
A continuación se muestran algunas formas en que la enfermedad de Parkinson puede afectar la sexualidad:
1. Cambios en el deseo sexual (libido): la enfermedad de Parkinson puede provocar cambios en el deseo sexual. Algunas personas pueden experimentar una disminución de la libido, mientras que otras pueden no tener ningún cambio o incluso un aumento en el deseo sexual. Estas variaciones pueden verse influenciadas por la salud física y emocional general del individuo.
2. Disfunción eréctil (en hombres): Muchos hombres con enfermedad de Parkinson experimentan disfunción eréctil, que es la incapacidad de lograr o mantener una erección suficiente para tener relaciones sexuales. Esto puede estar relacionado con cambios en el flujo sanguíneo y desequilibrios de los neurotransmisores.
3. Lubricación reducida (en mujeres): Las mujeres con enfermedad de Parkinson pueden experimentar una lubricación vaginal reducida, lo que hace que las relaciones sexuales sean incómodas.
4. Orgasmo alterado: algunas personas con enfermedad de Parkinson pueden experimentar cambios en la intensidad o frecuencia de los orgasmos. Estos cambios pueden verse influenciados por la medicación utilizada para controlar los síntomas del Parkinson, así como por la progresión de la enfermedad misma.
5. Efectos secundarios de los medicamentos: Los medicamentos comúnmente recetados para controlar la enfermedad de Parkinson, como los agonistas de la dopamina y la levodopa, pueden tener efectos secundarios que afectan la función y el deseo sexual. Por ejemplo, pueden provocar conductas impulsivas o compulsiones sexuales.
6. Movilidad y función motora: Los síntomas motores de la enfermedad de Parkinson, como temblores, rigidez y bradicinesia (lentitud de movimiento), pueden hacer que las posiciones y actividades sexuales sean más desafiantes. Esto puede provocar frustración y sentimientos de timidez.
7. Factores emocionales y psicológicos: El impacto emocional de vivir con una enfermedad crónica y progresiva puede influir en la autoestima, la imagen corporal y el bienestar general, lo que, a su vez, puede afectar la salud sexual y las relaciones.
8. Dinámica de las relaciones: los cambios provocados por la enfermedad de Parkinson pueden afectar la dinámica de las relaciones íntimas. La comunicación abierta entre las parejas es crucial para abordar cualquier desafío y adaptarse a los cambios en la salud sexual.
Mecanismos de acción
Muchos de los síntomas obedecen a una pérdida de las neuronas que producen dopamina, un tipo de neurotransmisor del cerebro. Cuando los niveles de dopamina disminuyen, esto causa una actividad cerebral anormal, lo que conduce a un movimiento deficiente y otros síntomas de la enfermedad de Parkinson.
Los investigadores han identificado mutaciones genéticas específicas que pueden causar enfermedad de Parkinson. Sin embargo, estas son poco comunes, salvo algunos casos en que muchos miembros de la familia tienen enfermedad de Parkinson.
La exposición a ciertas toxinas o factores ambientales puede aumentar el riesgo de tener la enfermedad de Parkinson en el futuro, pero el riesgo es relativamente menor.
Factores de riesgo
Entre los factores de riesgo de la enfermedad de Parkinson se incluyen los siguientes:
La edad. Comienza en etapas medias o avanzadas de la vida, y los riesgos aumentan con la edad (alrededor de los 60 años de edad en adelante).
Predisposición genética. Los hombres son más propensos a desarrollar la enfermedad de Parkinson que las mujeres.
Exposición a toxinas. La exposición constante a herbicidas y pesticidas puede aumentar ligeramente el riesgo de enfermedad de Parkinson.
Diagnostico
Los 4 síntomas motores primarios de la enfermedad de Parkinson son los siguientes:
• Temblor (sacudidas o agitación) en las manos, brazos, piernas, mandíbula o cara. Los temblores causados por el Parkinson pueden ser apenas perceptibles al principio. Empeoran con el tiempo. Los temblores tienden a empeorar cuando la persona está en reposo y a mejorar cuando la persona se mueve. El temblor puede afectar un lado del cuerpo más que el otro.
• Movimientos lentos (bradicinesia). Con el tiempo, una persona que tiene Parkinson puede comenzar a moverse lentamente y usar mucho tiempo para realizar tareas simples. Estas incluyen levantarse de una silla, abotonarse una camisa o cortar la comida.
• Músculos rígidos (también llamada rigidez). Con el tiempo, los músculos del cuerpo pueden contraerse y ponerse rígidos, lo que dificulta moverlos. Esto puede hacer difícil que una persona realice tareas simples, como alimentarse, ponerse de pie o caminar.
• Postura y problemas de equilibrio. La enfermedad de Parkinson puede dificultar que una persona se pare o se siente derecha. También puede causar problemas de equilibrio al sentarse, pararse o caminar. Esto puede provocar caídas.
Otros síntomas motrices incluyen los siguientes:
• Sensación de que los pies están pegados al piso y es imposible dar un paso.
• Contracción de la escritura a mano. Los movimientos lentos causan problemas con las acciones repetitivas. Esto puede hacer que la escritura a mano se reduzca con el tiempo.
• Expresión tipo máscara. La cara de una persona puede parecer menos expresiva de lo normal.
• Movimientos rápidos. Algunas personas con Parkinson presentan movimientos que son demasiado rápidos en lugar de demasiado lentos.
También hay una serie de síntomas no motores que experimentan los pacientes con Parkinson, por ejemplo:
• Pérdida de olfato
• Estreñimiento
• Cambios de ánimo
• Trastornos del sueño
• Salivación excesiva
• Pérdida o aumento de peso
• Problemas de visión o dentales
• Fatiga o pérdida de energía
Algunas personas con Parkinson desarrollan problemas cognitivos. Estos incluyen problemas con la memoria, confusión y pensamiento lento. En algunos casos, desarrollan demencia relacionada con el Parkinson. Esta es una forma diferente de demencia que es exclusiva de los pacientes con Parkinson.
Complicaciones
• Dificultad para pensar.
• Depresión y cambios emocionales.
• Problemas para tragar.
• Problemas para masticar y comer.
• Problemas para dormir y trastornos del sueño.
• Problemas con la vejiga.
• Estreñimiento.
• Cambios en la presión arterial
• Disfunción del olfato.
• Cansancio.
• Dolor.
• Disfunción sexual.
Prevención
Debido a que se desconoce la causa de la enfermedad de Parkinson, las maneras probadas para prevenirla también son un misterio.
En algunas investigaciones se ha demostrado que el ejercicio aeróbico regular podría reducir el riesgo de tener la enfermedad de Parkinson. Las personas que consumen cafeína, que se encuentra en el café, el té y las bebidas cola, contraen la enfermedad de Parkinson con menos frecuencia que las que no lo hacen.
Tratamiento
La enfermedad de Parkinson no tiene cura, pero los medicamentos pueden ayudar a controlar los síntomas, generalmente en forma notable. En algunos casos más avanzados, se puede aconsejar la cirugía.
Medicamentos
Los medicamentos pueden ayudarte a controlar los problemas para caminar, relacionados con el movimiento y los temblores. Estos medicamentos aumentan o reemplazan la dopamina.
Las personas que presentan la enfermedad de Parkinson tienen concentraciones bajas de dopamina en el cerebro. Sin embargo, la dopamina no se puede administrar directamente, ya que no puede ingresar al cerebro.
Después de comenzar el tratamiento de la enfermedad de Parkinson, tus síntomas pueden mejorar considerablemente. Sin embargo, con el tiempo, los beneficios de los medicamentos con frecuencia disminuyen o se vuelven menos constantes. Generalmente, aun así, puedes controlar tus síntomas bastante bien.
Otros tratamientos:
La estimulación magnética transcraneana o transcraneal es una técnica basada en la estimulación del cerebro mediante pulsos magnéticos generados por un dispositivo. Las evidencias demuestran que mejora la función de las extremidades superiores a corto plazo, y la marcha y los síntomas motores generales de la enfermedad de Parkinson a corto y largo plazo. No obstante, son necesarios más estudios de investigación que permitan desarrollar protocolos terapéuticos óptimos para la aplicación de esta técnica.
La estimulación cerebral profunda (ECP) es el tratamiento quirúrgico más utilizado. Se trata de la implantación de un dispositivo médico llamado marcapasos cerebral, que envía impulsos eléctricos a partes específicas del cerebro. La ECP se recomienda para personas que tienen enfermedad de Parkinson con fluctuaciones motoras y temblor no controlado con los fármacos, o para aquellos que son intolerantes a la medicación, siempre y cuando no tengan problemas neuropsiquiátricos graves.
