Las enfermedades crónicas con frecuencia están asociadas con disfunciones sexuales. En estas alteraciones de la sexualidad influyen en su desarrollo factores tanto físicos, como psicológicos. Los factores físicos incluyen los derivados de la propia enfermedad (cáncer, diabetes, etc.) y las terapias empleadas ya sean quirúrgicas (mastectomía, orquiectomía, etc.) o médicas (citostáticos, antihipertensivos, etc.).
Entre los factores psicológicos pueden aparecer problemas de autoestima, de ansiedad, y sobre todo de depresión asociada a la propia enfermedad. Los factores orgánicos no afectan de la misma manera a hombres y mujeres (por ejemplo, la disfunción eréctil es más vulnerable y evidente que la disfunción de la excitación femenina), ni ejercen los mismos efectos sobre la respuesta sexual; hay que tener en cuenta las diferencias individuales, ya que un mismo proceso físico puede ejercer efectos completamente distintos sobre diferentes personas en función de su personalidad, historia sexual, sexualidad previa, etc.
En general, las enfermedades crónicas tienden a alterar las fases de deseo y excitación sexual. Algunas enfermedades producen pérdida del interés sexual en etapas tempranas (diabetes, cardiopatía isquémica, etc.); por el contrario, otras patologías (tuberculosis, etc.) conservan la libido hasta etapas avanzadas de la enfermedad. En ocasiones, las enfermedades son utilizadas para poner fin a una sexualidad no satisfactoria y mantenida por obligación.
Aunque una parte significativa de los enfermos crónicos presenta algún tipo de disfunción sexual, la mayoría de las personas que los atienden no plantean, abiertamente, este problema. Por tanto, es importante que el médico práctico tenga en cuenta estas consideraciones si quiere prestar una atención integral a sus pacientes.
El término “disfunción sexual” describe un conjunto de enfermedades que afectan tu vida sexual. Entre otros problemas, la disfunción sexual puede reducir tu deseo de sexo, o tu capacidad de excitarte sexualmente. Puede impedirte tener un orgasmo, causar eyaculación precoz, o puede causar dolor durante las relaciones sexuales. La disfunción sexual se interpone una vida sexual placentera, lo que puede afectar tu estado de ánimo, tus relaciones personales, y tu bienestar general.
Las enfermedades más comunes que afectan la vida sexual son:
• Enfermedades cardiovasculares, incluyendo hipertensión (alta presión sanguínea) y enfermedad vascular periférica (una enfermedad de la circulación que afecta a los vasos sanguíneos lejos del corazón)
• Diabetes
• Cáncer de próstata
• Depresión
• Menopausia
La enfermedad crónica e incluso los medicamentos que se utilizan para su tratamiento pueden condicionar negativamente a la vida sexual de quienes las padecen, ya sea porque generan sintomatología (dolor, cansancio, alteraciones del sueño, etc.) o porque afectan directamente a la sexualidad (disfunción eréctil, pérdida de la libido, anorgasmia, etc.). La falta de interés por el sexo suele ser una consecuencia frecuente de esta situación.